La mole del Roque Bentayga se erige como epicentro de la Caldera de Tejeda y alberga uno de los ejemplos más excepcionales de los poblados fortaleza la población preeuropea, con más de cien cuevas naturales y artificiales que tuvieron múltiples usos: viviendas, graneros y enterramientos.
Destaca la presencia del almogarén o santuario del Bentayga, un importante lugar sagrado para aquellos pobladores que funcionaba como marcador equinoccial, indicando cuándo habían llegado el otoño y la primavera. El control del tiempo es esencial para sociedades basadas en la agricultura y el ganado, pues señalan cuándo sembrar, cosechar o mover el ganado para que se alimente con los mejores pastos. Por ello no es de sorprender que se sacralicen estos espacios elevados, cercanos al cielo que todo lo envuelve y de donde vienen la lluvia y la abundancia; o la sequía y el hambre.
En la cara sur del Roque resalta la existencia de cuevas con presencia de triángulos púbicos grabados y cazoletas. Además, también en esta cara y al oeste se localizan dos estaciones de inscripciones alfabéticas del tipo líbico-bereber, que era la lengua empleada por los antiguos canarios.
Junto con el Roque Nublo es uno de los roques más evidentes formados por la erosión de un estrato volcánico masivo producido por erupciones muy explosivas hace unos 5 millones de años y conocido como “brecha Roque Nublo”. Este gigantesco estrato, presente por toda la Cuenca de Tejeda, propició por su relativa facilidad de excavación, la enorme profusión de cuevas artificiales que caracteriza al Paisaje Cultural.