Al igual que en el caso del Roque Bentayga, estamos ante otra de las fortalezas emblemáticas de los antiguos canarios. En el Roque de Cuevas del Rey sucede lo contrario al caso de Roque Bentayga, la totalidad de las cuevas existentes son enteramente artificiales. De todo el complejo troglodita destaca sin duda el excavado en la cara norte, la más escarpada e inexpugnable. Las cuevas se distribuyen en cinco niveles o andenes comunicados entre sí por estrechos senderos y escaleras que también fueron labradas en la roca.
Sorprende la perfección y laboriosidad alcanzada en la excavación de estas cuevas, con un perfecto labrado de sus paredes, techos y pisos, con plantas cruciformes, rectangulares o de tendencia cuadrada, con dependencias laterales. Los huecos de entrada presentan huellas de sistemas de cierre para encajar puertas de madera que giraban sobre goznes. Muchas de estas cámaras están decoradas con motivos pictóricos, y especialmente se utilizaban los colores rojo y blanco que se obtenían de pigmentos minerales.
Este denso complejo troglodita está íntimamente relacionado con el control y gestión de los numerosos silos que se excavaron en el sitio. Alberga un enorme granero colectivo que se concentra fundamentalmente en los niveles III y V de la cara norte.
Destaca la llamada cueva del Rey o del Guayre, de grandes dimensiones y techo abovedado con planta cuadrangular y dos estancias a la izquierda con marcos pintados,. El suelo de la cámara principal presenta un complejo sistema de cazoletas de diferentes tamaños pero con formas siempre de tendencia circular que se distribuyen en torno a una gran cazoleta central. Las tres paredes de la cámara principal estuvieron pintadas en su tercio inferior con pigmento blanco. Se conservan aquí las improntas circulares alineada de lo que fue una composición pictórica que incluía círculos rojos.