Tamadaba-Tirma

Tamadaba contiene masas forestales de bosque autóctono de pinar canario que mantienen, casi en toda su extensión, la características primigenias de este bosque emblemático para los aborígenes, donde sobrevive el pino canario con el mismo esplendor que el período antiguo. Incluye igualmente en su borde norte el asentamiento troglo­dita de Visvique, que preside desde las alturas las rutas sagrada hacia las montañas.

Hacia el oeste destaca el paisaje sagrado de Tir­ma, con importantes manifestaciones arqueológicas y un alto valor simbólico e histórico. Las fuentes escritas contemporá­neas de la conquista de la isla y de los primeros compa­ses de su repoblación son unánimes en destacar, entre los paisajes de la sacralidad indígena, la supremacía del santuario de Tirma. A pesar de que este topónimo tenga hoy un carácter muy local, no faltan los datos para plantear que la alusión recurrente de los textos se re­fiera, a través del filtro colonial deformante que los ca­racteriza, no tanto a un adoratorio aislado como a toda una demarcación territorial, a un vasto espacio sagra­do, coincidente con el entorno de la Caldera de Tejeda.