Barranco Hondo

Barranco Hondo constituye uno de los mayores asenta­mientos trogloditas de la isla de Gran Canaria. La huella de la presencia humana es absolutamente perceptible desde su cabecera, en la Montaña de Los Moriscos y a lo largo de todo su cauce. Cuevas vivien­das, estaques, alpendres y bancales artificiales para el cultivo de cereales, hortalizas y algunos frutales, confor­man el paisaje dominante. Hoy casi despoblado, Barran­co Hondo fue hasta mediados del siglo XX, uno de los más importantes asentamientos trogloditas habitados de las tierras altas de la Isla.

Tal desarrollo y extensión de los asentamientos tro­gloditas, desde la época aborigen, se explica por varias razones. En primer lugar, por el carácter recóndito y fortificado del propio Barranco Hondo, con escarpados márgenes que presentaban potentes paquetes de toba volcánica donde resultaba relativamente fácil excavar cuevas. Pero, sobre todo, debido a que este barranco era extremadamente rico en recursos hídricos y, por consiguiente, también disponía de una densa cobertura vegetal. De hecho esta zona se sitúa en el límite del bos­que húmedo del norte de Gran Canaria. Además, sus habitantes disponían de suelos fértiles y de los recursos que ofrecía el cercano Pinar de Tamadaba.

Las importantes estaciones rupestres de Risco Caído y Cuevas de La Paja, constituyen una prueba evidente del carácter aborigen de estos asentamientos trogloditas. Son enclaves que, junto al asentamiento de Barranco Hondo de Abajo, están incluidos en el ámbito del Paisa­je Cultural propuesto en atención a su representatividad y valores excepcionales, que se complementan con las márgenes del cauce del propio Barranco Hondo.