MUCHA FUERZA Y SOLIDARIDAD.
Seguimos trabajando para el Paisaje Cultural y su gente
No hace un año aún que las cumbres de Gran Canaria recibieron el importante galardón de ser Patrimonio Mundial. Los habitantes de esa zona cada vez más abandonada de la isla no sólo iban a conseguir un merecido reconocimiento a los valores culturales que han atesorado hasta hoy y que se han convertido en un nuevo paradigma de las culturas del planeta, sino que dicha declaración podía suponer nuevas oportunidades para su desarrollo futuro, mejorar su nivel de vida sobre la base de un nuevo modelo de desarrollo y frenar el progresivo abandono de ese territorio.
En este corto espacio de tiempo hemos podido comprobar que las aspiraciones de futuro no sólo dependen de nuestros deseos y que pueden ocurrir desgracias de un enorme impacto, muy difíciles de prever y de combatir, que afectan a nuestro presente de manera inesperada y que pueden incidir gravemente en nuestro territorio, nuestra economía y nuestra forma de vida. En menos de un año, un voraz incendio se cebó precisamente en este territorio y ahora una grave epidemia asola nuestras vidas incluyendo también ese Paisaje Cultural y su gente.
Un territorio que se mantiene vivo gracias al esfuerzo de una población que se ha resistido a irse, que ha renunciado a muchas de esas cosas que el resto de los mortales ahora tampoco pueden disfrutar por la cuarentena. Quienes vivimos enclaustrados en nuestras casas, deberíamos reflexionar sobre las virtudes y las desgracias con las que convivimos, sobre las cosas importantes y superfluas, sobre el bombardeo de productos, viajes y placeres que nos venden y que en realidad tampoco podemos disfrutar.
En estos días se puede comprobar lo importante que es el sector primario en momentos de crisis. La cruda realidad nos ha hecho valorar adecuadamente esos productos y el trabajo que los hace posibles, que no sólo son fruto de una máquina o de un artificio financiero sino que son obra sobre todo de los campesinos, de las que hacen queso, ordeñan, trabajan la y amasan la tierra, para que podamos comer en nuestro confinamiento. Y en estos días podemos comprobar los problemas de una civilización irracional, que nos hace vivir masificados, contagiados del virus del consumismo desaforado y derrochado, dependiente en exceso de un modelo turístico que ante situaciones como las que hemos vivido nos pone al límite.
Ese Paisaje Cultural sufrió con el incendio y ahora con la pandemia. Esa cumbre, esos pueblitos y pagos que no pueden vivir de una agricultura que ahora tanto necesitamos y que han visto cerrar bares, restaurantes, pequeños hoteles, casas cuevas vuelven ahora en menos de un año a enfrentarse a esta dramática situación. El problema ahora no es sólo de la cumbre, del paisaje cultural, pero si invita a una reflexión global. ¿Para qué sirve ahora el Patrimonio Mundial?.
Conviene recordar que la UNESCO ha otorgado el reconocimiento a estos lugares no solo por atesorar un patrimonio arqueológico excepcional, sino también, y muy especialmente, por la odisea de quienes han sabido conservar hasta hoy el legado de un paisaje y una cultura viva enraizada en lo más profundo de la tierra.
Ese reconocimiento nos sirve ahora para recordar esa poderosa cultura que transitó dos milenios en esas cumbres para dejarnos valores, creencias, habilidades, lazos familiares que han llegado milagrosamente hasta hoy, muchos herederos de aquellas primeras poblaciones que anduvieron por estas tierras. Y han llegado después de sortear guerras de conquistas, epidemias, crisis carenciales, hambre, sed, injustas formas de explotación. Ahora, ante estas desgracias debemos tener el convencimiento de que saldremos de esta con más enseñanzas y con más confianza haciendo futuro.
Pero el Patrimonio Mundial no sólo debe ser un canto a la esperanza, también debe conllevar acciones que sirvan en la práctica para ayudar a salir cuanto antes y mejor de la crisis.
También sirve para seguir trabajando y cumpliendo con nuestro compromiso con el Paisaje Cultural. En este sentido, el equipo del Patrimonio Mundial del Cabildo, en esta cuarentena, vamos a seguir trabajando para continuar con los proyectos que teníamos previsto, interconectando con los Ayuntamientos y con la gente, con los colectivos, para debatir ahora más que nunca qué cosas priorizar y qué cosas deben marcar otros caminos, otros modelos de desarrollo, otras formas de vivir.
Hay actividades muy importantes que se han tenido que cerrar, como los centros de interpretación, otras que se han tenido que aplazar, como la inauguración de la réplica de la cueva, y otras como proyecciones, jornadas, algunas obras de mejora y recuperación de fincas, yacimientos y bienes etnográficos o las visitas guiadas. Pero vamos a seguir con todo el trabajo que podamos realizar desde nuestro confinamiento y desde los servicios mínimos que ha establecido el Cabildo. En momentos como este las compañeras y compañeros del equipo conjugarán el esfuerzo de convivir en esta situación especial con el teletrabajo, conciliarán el cuidado, como tarea prioritaria, con dedicar tiempo a seguir con proyectos e ideas para realizar en el Paisaje Cultural.
Mantendremos viva la comunicación a través de la web y de las redes, continuaremos con proyectos que aunque retrasados se llevarán a cabo como estaba previsto. Son días también para crear, para aportar imaginación, como podemos ver hoy en los balcones y en las azoteas… También de ahí saldrán ideas que puedan beneficiar y mejorar un Paisaje Cultural que en estos días amplifica el sonido de la naturaleza, de los pájaros frente a los coches y las motos, que recupera tradiciones y leyendas en el interior de casas y cuevas, en este rejuntamiento familiar. Y cuando fallen las redes, nos quedará el silbo. El pasado no es sólo un reclamo que enseñar, sino también una despensa de alternativas.
El Paisaje Cultural no vive aislado, y por eso mismo también es bueno que también su realidad sirva como ejemplo para otros espacios y personas que tengan que rehacer muchas cosas después de este destierro en nuestras casas o en nuestras casas cuevas. Y también, debe servir para que esa inmensidad de gente que vive en esta isla y que nos visitan, sepan la importancia de preservar un territorio como el de la cumbre y de apoyar a la población que vive en él, sus actividades y su economía, esa que nace de la tierra y que ahora tanto necesitamos.